Alivio, tan solo sentía alivio. Alivio que hizo que sus músculos se relajaran, que hizo que el reciente huérfano se diera la vuelta, decidido a bajar, a buscar el cuerpo de su madre, para darle un entierro digno.
Pero las sorpresas no se habían acabado, todo acababa de empezar. Puesto que una figura conocida lo estaba esperando, con los brazos cruzados sobre el pecho y su chocante sonrisa amable pintada en su rostro atractivo. No iba vestido con su bata de doctor, sino con un traje chaqueta negro, y su pelo estaba despeinado, mecido por el suave viento.
- En serio. ¿Doctor? –Dijo él, hastiado.- ¿Me he perdido la nueva moda de subirse al tejado? No, ¡De subirse a este maldito tejado!
- Calma, calma, muchacho. –dijo él.
- ¿Qué hace aquí? –cortó Gabriel, hosco.
- He venido a buscarte.
- ¿Al tejado?
- Así es. Tengo que hablar contigo. Escúchame con atención…
- ¿Vamos a charlar en el tejado?
- Quieres olvidarte del puñetero tejado y prestar atención a lo que te digo.
- Sí, sí, pero abrevia, que tengo que preparar un funeral.
Su médico lo miró con sorna.
- ¡Oh no! –Gabriel se llevó las manos a la cara.- ¡Estoy teniendo un ataque! ¡Que novedad! Por favor, venga ya ¿Piensa llevarme al hospital o es que no traes tu cura contigo?
Exasperado, y con poca paciencia, el médico frunció el ceño.
- ¡Calla! Estás histérico. Y te conviene atender a lo que te digo.
Se cruzó de brazos, con expresión cansada.
- Adelante.
Él sonrió.
- ¿Sabes acaso quien soy, muchacho?
- ¿Una bailarina de ballet?
Gabriel lo estaba sacando de sus casillas, y se estaba divirtiendo.
- Estás agotando mi paciencia, y él único que puede salir perdiendo aquí, eres tú, amigo mío.
- No soy tu amigo.-Terció él.
- Pero no te conviene tenerme como tú enemigo.
- ¿Razón?
- Puedo devolverte todo lo que quieres, Gabriel.
- Todo lo que…
- Te lo mostraré.-fue lo único que dijo, y lo tomó de la mano, volviéndose difusa su realidad, evaporándose su visión.
Estaba en un acogedor pasillo, suelo de madera, cuadros que retrataban Praga colgados por las paredes, el olor a café recién hecho que proveía de algún lugar, el sonido de un piano sonando. Se miró a si mismo, en un espejo sujeto a la pared, estaba un poco más alto, su pelo un poco más corto, un poco más peinado, con unas gafas negras puestas, vestido con una camisa blanca, vaqueros. Colgado al lado del espejo, un retrato, lo alzó, para observarlo.
- ¿Cuando me he casado con Ingrid?
Soltó la foto, desconcertado, no veía a su médico por ninguna parte, con la imagen de Ingrid vestida de novia cogida de la mano de un sonriente y más juvenil Gabriel, avanzó por el pasillo, hasta que llegó a un salón, alguien estaba tocando el piano, era una mujer, con el pelo negro largo, lacio.
Su melodía se detuvo, suavemente mientras se giraba hacia él.
- ¿Natsumi? –pronunció el nombre de su prima, incrédulo.
- Aprendí a tocar el piano así en Irlanda. –dijo mientras se levantaba y corría a abrazarlo.
Él la estrechó entre sus brazos, confuso, pero lleno de alegría.
- Te he echado de menos.-murmuró.
Aquella risa tan despreocupada típica de su prima retumbó en su oído.
- No seas tonto, pero si nos vemos muy a menudo.
- Te fuiste a…
- Y volví. –sonrió ella, presionando su hombro, tal y como lo había echo tantas veces durante su infancia. Y en ese momento añadió – Creo que el café ya está listo.
Lo arrastró hasta la cocina, donde Ingrid le servía el café a una señora mayor, a la cual no reconoció hasta que vio sus ojos, del mismo color los suyos.
- Espero que no esté demasiado cargado, Gabriela.-había dicho Ingrid, con su sonrisa sesgada, su tono tranquilizador que ya echaba de menos.
Gabriela sonrió con complicidad a Gabriel. Y antes de que se hubiese dado cuenta, Ingrid había aparecido delante de él con los ojos rebosantes de felicidad.
- Llegas pronto, cariño.
“Cariño” Nunca nadie lo había llamado así, en eso pensaba Gabriel hasta que ella le dio un pico de bienvenida.
- Ingrid.-dijo él, en ese momento, sin creérselo, hasta agarrarla de nuevo con intenciones de besarla…
Todo se desvaneció, desapareciendo.
De nuevo se encontraba en el tejado, junto al doctor.
Gabriel jadeó, sin aliento, mareado.
- ¿Qué era eso? –quiso saber. –Quiero…
- ¿Quieres volver ahí, verdad?
Enmudeció.
- Ese puede ser tu futuro. Yo lo haría posible.
- ¿Tú? Si claro… ¿Qué me inyectarás esta vez?
- Gabriel, yo soy Baal.-proclamó, como si aquello fuera obvio.- El demonio más poderoso que queda vivo sobre la faz de la Tierra. Puedo conseguirlo todo.
Lo miró, desconfiado.
- ¿Y a cambio de eso… yo?
- Harás todo lo que yo te diga durante una temporada, me serás fiel… y al cabo de unos meses… ¡Bum! Todo lo que has visto comenzará a hacerse realidad.
- Yo…
Baal sonrió, le tendió la mano.
- ¿Qué me dices?
- No sé…
- Gabriel, no tienes nada que perder. No tienes nada.
Tragó saliva, y alzó su mano temblorosa.
- No tengo nada que perder.- repitió.
Sus dedos estaban a punto de rozar los de Baal, el trato quedaría sellado, su destino marcado, su futuro consolidado.
Pero una voz, una voz los sobresaltó, una voz furiosa, enfadada, protectora y dolida… dolida en lo más hondo.
- ¡¡Aparta tus sucias manos de mi hijo!!
Gabriel retiró la mano en aquel momento, mientras Baal se volvía, colérico hasta la figura de Akira, que miraba a Gabriel. Y este había abierto al máximo sus ojos, confuso.
- No le creas. –dijo Akira, sin aliento. –Él tan solo quiere utilizarte.
- ¡No le escuches! ¡Termina nuestro trato! Prométeme lealtad…
Gabriel zarandeó la cabeza.
- Mi… ¿padre? –fue lo único que logró salir de su boca.
Akira respiraba pesadamente, miraba nervioso a Gabriel, nunca lo había visto así, perdiendo su compostura de tal manera, su aire cargado de frivolidad y superioridad. Parecía débil, vulnerable, desesperado…
- Gabriel, olvídate de este viejo loco… recuerda nuestro…
Había comenzado a retroceder, meneando la cabeza, negando aquel testimonio.
- Tu no eres mi padre….-musitó, trastocado, sin dejar de mirar a Akira, pero sin verdaderamente verlo con claridad, sus botas habían alcanzado el bordillo.- ¡Mi padre está muerto!
Y justo en ese momento, sus ojos se volvieron, apagándose el color rojo. Se había desmayado, cayendo hacia atrás, hundiéndose sin remedio en el río, tal y como su madre lo había echo momentos antes.
En otra parte de la ciudad, Ingrid estaba sentada en su escritorio, enfurruñada se había encerrado en su habitación, echando el cerrojo a la puerta para impedir que su enfadada familia pudiese entrar a molestarla. No, ya no iría a ningún convento, pero le estaba terminantemente prohibido volver a ver a Gabriel. Thomas se había encargado de hablar mal de él, de contar calamidades sobre su amigo para que sus padres reaccionasen de aquella manera. Ahora que habían dejado de aporrear la puerta, ella rebuscaba cuidadosamente en su nuevo libro, ahora podría encontrar más de lo que en un principio ese libro ofrecía. Había leído que los ayudantes de ángeles podían dejar de serlo, si un demonio depositaba sobre ellos algún juramente de liberación. Seguro que podía pasar lo mismo con los Caídos, seguro que podría liberar a Gabriel de alguna manera. No iba a darse por vencida. Quería un futuro alejado de conventos, pero quería vivir al lado de Gabriel. Era lo único que deseaba en aquellos momentos…
Wowowow. Echaba ya de menos un capítulo nuevo. Ha sido genial, desde la parte de la ensoñación que le produce Baal, hasta cuando Akira aparece para proteger a su hijo. El problema ahora es, ¿Gabriel habrá muerto? Si es así, ¿podrán salvarlo? ¿Akira ayudará a su hijo? Wowowow,, un capi increíble. ¡Un beso!
ResponderEliminarPor fin Gabriel sabe quien es su padre... y por fin sabe que no es humano... que drama.... Me encanta esta historia, voy a estar impaciente hasta la siguiente parte, no entiendo la parte de Ingrid, ¿Quiere liberar a Gabriel de ser un Caído, cuándo es el hijo de un demonio?
ResponderEliminarBesos, publica pronto.
Non non non no me olvidé de tu historia. :)) no tuve tiempo de leerlo antes. Pero me encantó :D quiero leer más pronto. Y que no nos dejes con esta intriga. XDD
ResponderEliminarWoo! Ya lo sabe todo! aleluya deseaba q pasara ahaha^^ Que pedazo de historia joder xD
ResponderEliminarPublica pronto please porque la espera se hace larga (:
Subí el capítulo siete de Verdades que negué
http://amormasalladelaunicidad.blogspot.com/
Un beso!
OH MY LUCIFER! Por fin he llegado! Sí!! ¿Qué decir? Me encanta esta historia, me encanta Gabriel, es más... oisss quiero un novio como él (quitándole la parte asesina claro xd)Cada vez encuentro más y más similitudes en nuestra historia, ¡En serio! Cosas que no están escritas pero que las tengo en la cabeza. Te lo juro!, se parecen tanto en algunas cosas. Por eso no me gustaría que el día que empezase a subir mi historia pensaras que te he plagiado cosas, de verdad que no, yo no soy de esas.
ResponderEliminarAl principio puede parecer una novela negra repleta de acción,pero a medida que ido leyendo e descubierto que es una perfecta(o imperfecta, según por donde se mire) historia de amor. Una novela fantástica hasta decir basta. Lo que más me gusta, es, que puedo sentir lo que siente Gabriel en cada momento. Aprobecho para decir que Akira me cae de puta madre, y que me has dejado boquiabierta con lo de que el médico sexy-sexy-boom-boom sea el malo malisímo (o puede que no.
Venga, creo que me estoy alargando.
Besos.
P.D: Pobre Samanta, me caía mal pero tanto como para que deseara su muerte.
P.D2: Le e cogido manía a Thomas, (maldito estúpido, iggg)
P.D3: Me encanta cuando Gabriel se pone en plan luchador-malote-deojosrojos. Es tan simplemente...aahhh.
P.D4: Vale, ahora si que me voy.
Bueno... Y como siempre aquí estoy yo, la última en leer. De verdad que esto da vergüenza -.-"
ResponderEliminarEn fin, segundo de bachiller me mantiene demasiado ocupada ¡Qué le vamos a hacer! Pero una siempre saca tiempo para leer ;)
Pues nada, decirte que esta tan bien como siempre *-* Aunque este capítulo sea más corto (no es una imaginación mía, ¿verdad?) que los demás.
Por fin Akira se ha dignado a confesar que es el padre de Gabriel! *-* A ver como se va desrrollando la trama y cuando subes el próximo!
P.D.: Espero que al final del libro, Gabriel consiga ese futuro.